PASOS COMPARTIDOS

El mundo es un pañuelo. Que se abre, que se despliega, que nos envuelve.

viernes, 4 de junio de 2010

Te juraba que el mar estaba aquí...

La primera impresión al llegar a Villazón fue darnos cuenta de cuánto dividieron las fronteras que intentamos una y otra vez romper. La primera impresión fue sentirnos extranjeros sin quererlo así.
Tan occidentales nosotros, mirando a nuestros hermanos comer y tomar líquidos con frutas de bolsas de nylon. Mirando a las cholas andar con sus polleras de tablas y sombreritos redondeados mientras se peleaban por vendernos cosas que no teníamos interés en comprar.
Desde Villazón a Uyuni parece no haber caminos.
Me prohibieron (soy Flor) llevar a cabo cualquier tipo de intercambio económico dada mi lentitud y enemistad con los números!
Tanto Atocha como Uyuni y Conchani son lugares pequeños con casas simples y precarias.Sin embargo es llamativo ver el parque automotor de Bolivia, seguro consecuencia de la complejidad de los caminos y las largas distancias que se deben recorrer. Eso en cuanto a autos particulares, no ocurre lo mismo con los buses.
También llama la atención lo poco que se ven tejidos, telares o hilados autóctonos. Suponemos que la industria deja sin competencia cualquiera de esos complejos trabajos.
En todas partes hay carteles de propaganda de Evo y el MAS. En los cerros solitarios, en las paredes de las casas perdidas en la inmensidad de cualquier paisaje.
En todas partes hay un carro de comidas, un cuartito que hace de comedor popular. A toda hora se consumen alimentos.
Todos compran todo. Ropa, candados, empanadas, jugos, sopas, grasa de cabra... todo.
Todo el tiempo, en cualquier punto, algo puede ser comprado en Bolivia.
Cementerio de trenes destinados a la carga minera

Pudimos conocer el salr de Uyuni, el más grande del mundo, que tiene una superficie aproximada de 12.000km2. Donde la sal es un recurso inagotable.
Donde los trabajadores, de forma independiente, cubiertos por completo del sol, recolectan y dejan escurrir en pilas la sal para luego venderla a una cooperativa en Conchani.

Como en muchos de los lugares que venimos visitando, es dificil no asombrarse de lo maravilloso que es el mundo... mientras se pisa la sal, se ve caer el sol, se comparten sueños desde distintos rincones latinoamericanos. Sueños que en el salar parecen ser uno.

Rompiendo fronteras

Inmuebles

Nuestra casa en Salta fue una puertita "yoja, yoja, yoja, yoja", como nos explicó su dueña, la hermosa anfitriona Nuria, que hizo de su hogar el nuestro y que buscó que entendieramos de qué hablan cuando hablan de Salta, la linda.
Eliseo, su hijo, aceptó con cariño la idea de transformar su spacio de juego en un taller de artesanías de día y en habitación comunal de noche. La cuestión es que poco a poco, lo de Nuria se transformó en un Hostel privilegiado que contó con el paso de 10 viajeros simultáneamente: Jorgito, Cele, Gonza, Mechi, Diego, Ani, Maite, Mateo, Jor y Flor... ah! y la Jopi!!!!
Nuria nos llevó de paseo nocturno a una peña en donde gastamos el piso a pura chacarera con el bailarín pergaminense que, por esos días, nos honró con su presencia en Salta.
Nu y Eli, la casa nunca es chica cuando el corazón es taaaan grande!
Se había empañado la lente de la cámara, pero estamos todos!

Amor

Desde que emprendimos el viaje, no pudimos desprendernos de la presencia de Jorgito. Como un duende viajero escondido en nuestras mochilas, se hizo presente de forma mística cuando en cada lugar que pisamos alguien lo conocía: si no era pariente, era amigo/a, amante, etc, etc, etc.
Hasta que por fin un día de feria, se acercó charangueando su figura en carne y hueso, trayendo desde Pergamino hasta Salta mil abrazos de colores.



Ocupaciones y Negocios

Con la expectativa de que nuestro reciente (y experimental) taller de cobre esmaltado prospere caída por el piso, llegamos a la feria en Salta en donde, por suerte, encontramos más turistas que en los Valles Calchaquíes.
Con dudas y miedos, fiscalizamos muy bien nuestro trabajo y vimos, a lo largo de cuatro intensos días, prosperar el puesto que compartimos con Mechi y Gonza y con Ana y Diego.
Al lado, nuestra amiga Julie (oriunda de Bélgica) con amor y paciencia compartió con nosotros el "taller de francés avanzado" y secretos sobre el trabajo con metales.
Armar el puesto fue una tediosa tarea matutina que abarcaba desde conseguir las monedas para el colectivo (que no da vuelto!) hasta procurarse lo que sería el puesto. Esta tarea estuvo dividida: un día los nenes, otro las nenas.

La división no tuvo que ver con cuestiones de género sino de pachorra.

... y la gente se apilaba a mirar!!!

Una vez armado y como en un abrir y cerrar de ojos, nos encontramos quince locos de atar (sumando a Pu y Chor nuevamente y a Martina, Alan y Celeste de Pergamino) cantando y bailando y agitando.
Las finanzas y la alegría seguirán en alza en la medida en que se revivan experiencias similares.









Viajes

A pura cumbia norteña partimos rumbo a Tilcara. Previo avistaje del cerro siete colores en Purmamarca, llegamos a destino. Mientras acomodábamos nuestros bolsos en el hostel, una voz resonó familiar en el recuerdo. Tato, un personaje viajero que, junto con Bocha, nos incursionó en el arte oscuro del macramé, el mundo kombinauta y la música de Arbolito algunos veranos atrás en Cura Brochero (Córdoba). "Colgué en Tilcara" dijo invitándonos a su casa (ya residiendo hace ocho meses en el lugar). Y al día siguiente, al reencontrarnos también con Bocha, comprendimos lo fácil que es colgar en Tilcara: de un par de horas que pensamos quedarnos terminamos pasando tres noches.

Ahí también nos reencontramos con la familia rodante y, para despuntar el vicio de andar en nuestra Morocha, nos subimos a la Hopi.

Nos cansamos de reir, charlar y cambiar al mundo a bordo de la Kombi que nos llevó hasta Humahuaca y protegió nuestra carpa (a esta altura Asteroide B-612) del frío y del viento al costado de sus portones.












Hasta que una noche oscura y helada, con la sombra del monumento a los Héroes de la Independencia en Humahuaca sobre nuestras cabezas, comprendimos que debíamos dejar el asteroide ya que los grados bajo cero lo estaban amenazando seriamente. Por suerte en el asteroide de al lado (la Hopi) cuatro almitas alegres hacían lugar para dos más. Esos días acariciamos de cerca la comuna andante.






Seguimos hasta Yavi y al otro día, tempranito y congelados, salimos para La Quiaca con el firme objetivo de atravesar la primer frontera física.
Señoras, señores, niñas y niños ¿saben ustedes cuándo es el día del aduanero? El mismo que se nos ocurrió cruzar a Villazón (1º de junio, por las dudas).

Después de un rato mirando y mirando qué corno es una frontera sin entender bien qué pasaba con el río del medio ("ahora está seco, pero cuando corre es mitad de ellos y mitad nuestra", dijo un gendarme) esperamos que termine el festejo de los aduaneros y finalmente, llegamos a Villazón.









La frontera es cosa de grandes. Los mapas los dibujan ellos.
Y mientras los grandes pedíamos permiso para pasar, los más chicos correteaban de acá para allá sin distinguir de qué lado de la línea estaban parados.