PASOS COMPARTIDOS

El mundo es un pañuelo. Que se abre, que se despliega, que nos envuelve.

miércoles, 7 de julio de 2010

Hasta la próxima, Bolivia

Potosí nos encontró con un merecido descanso. Ahí seguimos amargando el gusto de saber que por todo se paga, desde una excursión para conocer un lugar natural hasta el derecho de admisión para entrometerse un poco en una mina con centenares de años de extracción de minerales y en la corta vida de sus trabajadores.
Justamente el sábado que pasamos en Potosí coincidió con la fiesta anual de los mineros, en la que, con mucho alcohol de por medio, más fiesta que ritual, sacrifican llamas anunciando cada muerte con explosiones de dinamita.
Con Charlotte y Gelle (nuevos amigos viajeros de Bélgica) y Alan, Martita y Celeste (reencontrados de casualidad en el hostal) y con la intención de alejarnos del paquete armado, nos mandamos solitos a ver de qué se trataba.
Ni bien llegamos empezamos a ver sangre manchando los rincones y la tierra, en cada entrada a la mina, grupitos de gente al rededor de los cadáveres. Les cortaban la cabeza y las extremidades y extraían sus víceras para enterrar en la montaña como ofrenda a la Pachamama pidiendo por un buen año de trabajo sin accidentes.
Nuestro recorrido empezó de manera amigable, hablando con la gente, intentando descubrir qué significaba para ellos tanta fiesta. A medida que nos adentrabamos en el lugar y su gente, el ambiente se fue poniendo más denso, hasta que, en uno de los puntos de matanza, terminamos de comprender que no eramos bien recibidos ya que no formabamos parte de ningún tour.

Emprendimos nuestro retorno con la misma sensación vacía que nos traía Bolivia una y otra vez cuando intentábamos acercarnos y compartir experiencias con la gente del lugar.

Nos despedimos de Potosí rumbo a La Paz. El viaje a Vallegrande o La Higuera resultó que en la triste memoria del Che, ahora es en dólares y habla inglesa. En La Paz hay menos paz que aires buenos en Buenos Aires. Recorrimos por un par de días sus calles, almorzamos en los mercados, y resistiendo los gualichos de la llamada "calle de Brujas", salimos para Copacabana. El encanto del lago Titicaca (el lago navegable más alto del mundo) se ve acompañado por un pueblo lleno de bares, miles de locales donde se vende hasta macramé industrializado, mucho mucho turismo y más ofertas de tours que turistas -en esta época.
Salimos de Bolivia con ganas de salir. El que dibujó los mapas no sólo los trazó en papel, o en la moneda, o en el color de la bandera. Trazó una línea que dividió más que todo eso. El choque cultural nos resultó fuerte, tan fuerte que nos costó comunicarnos. Siglos de opresión dictaminan las barreras para con nosotros, por sentirnos, ellos y nosotros, más occidentales que sudacas.




Transporte
Las terminales de ómnibus son lugares donde predominan agresivos coros de las vendedoras de pasajes. Reina la informalidad desordenada: nunca se sabe de todo cuál es la verdad, casi ni siquiera a dónde se va. La mentira más frecuente es que los micros tienen baño y/o calefacción (hace mucho frío!) o que el bus va directo, o que tarda X horas (nunca tarda lo dicho). Mientras uno llega, una vendedora lo ataca y la otra la desmiente ofreciendo un colectivo mejor. Ésta a su vez, es desmentida por la siguiente, y todas ellas y las que hacen lo propio con otros viajeros gritan, MUY FUERTE y en cantito, los destinos que ofrecen y sacuden las fotos (ideales) de los supuestos buses.
No hay precios estipulados, la demanda los determina. La mayoría de los pasajeros viaja con muchas bolsas de comida y compra a los vendedores ambulantes, papas rellenas, hamburguesitas, helados. Siempre sin importar la hora. Todos llevan (desde ahora, llevamos) frazadas. Algunos, sobre todo las mujeres y desde antes de subir, envueltos en ellas como si fueran polleras.
Cada hora, dos horas (depende de la duración del viaje) el bus para en el camino y todos bajan a hacer sus necesidades al costado y sin pudor.
Comida
Los fideos o el arroz, no sabemos por qué motivo -tal vez por el agua- nunca se hacen. Después de varios intentos fallidos, entendimos que nuestro deseo de comer chocolate amargo deberían ser saciados en otro lugar. Sabe venderse como chocolate una pasta endurecida de azúcar negra.
No hay casi supermercados, em cambio todos los pueblos y ciudades visten enormes y completos mercados donde se consiguen cualquier tipo de objetos, además de tener puestos para comer menús por Bs.4: sopa, segundo y refresco.
Es carísimo hacer una pizza. El pan es dulce y casi siempre con anís. Casi no hay facturas ni pan de grasa tipo bizcocho.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

me alegra tener noticias nuevamente. como andan? veo que mejor imposible. por aca andabamos medios preocupados. se los esta extrañando. esto que estan haciendo está de diez.
no veo la hs de que llegue el verano y agarrar la mochila.
en el instituto voy bastante bastante bien y con muchas ganas. tengo una profesora encargada de la practica que me agarro de punto, a mi y a mi compañero. no se porque pero tengo sospechas de que es por nuestro tinte politco. no le gustó cuando le dijimos peroncha a alicia kirchner jeje. y bue que sabia que ella tmb era peroncha.
bueno desde aca un abrazo gigante y libertario. se los extraña mucho mucho. besos. ema

pd: con la cary ayer nos acordabamos cundo se inundo la carpa y se nos vino la imagen de oto tratando de salir rapido y entrando a la combi.

Jelle en Charlotte dijo...

Hola amigos!

muchas gracias por el email!

Hace 3 semanas que estamos en Belgica denuevo, y no es facil de adaptar bien a la vida belga despues nuestro viaje grande!

Ya extrañamos la libertad que sentiamos y vivimos mientras nuestro viaje.

Ahora el viaje parace un sueño. Y con mucha alegria pensamos en todo lo que podiamos experienciar. Uno de los mejores recuerdos que tenemos en nuestro corazón so los dias que podiamos pasar con ustedes!
Disfrutan el viaje, la vida y el otro!
Sigen ecribir el blog, nos encanta saber por donde andan! Ya han visto Machu Picchu?
Besos grandotes,

Charlotte y Jelle
Los dos Belgas